Los animales son seres orgánicos que viven, sienten, se mueven por propio impulso y finalmente, como todo ser vivo, mueren. Cuando decimos animal nos referimos a la parte sensitiva de un ser viviente, a diferencia de la parte espiritual.
La primera clasificación de los animales que se conoce se debe a Aristóteles, que los dividió en animales con sangre y animales sin sangre. Esta clasificación prevaleció durante casi veinte siglos, hasta que en el siglo XVIII la sustituyó la de Linneo, en el siguiente orden: mamíferos, aves, anfibios, peces, insectos y gusanos.
Carlos Linneo (1707-1778)
Estudios posteriores e investigaciones realizadas corrigieron y mejoraron la clasificación del gran naturista, con la subdivisión de los animales en órdenes, familias, series, etc. Aunque no prevalece un criterio único entre los zoólogos en este aspecto de la técnica, hoy se admite en general la siguiente clasificación fundamental: protozoos, celentéreos, gusanos, equinodermos, artrópodos, moluscos, tunicados y vertebrados.
En consideración a razones independientes de su constitución orgánica, se clasifica también a los animales en salvajes y domésticos, útiles y dañinos, de adorno, medicinales, industriales, etc. Deificados o considerados sagrados por los antiguos, hoy se atribuye a algunos la representación simbólica de ciertas cualidades; así como el perro simboliza la lealtad; el gato, la perfidia; el león, la fuerza; el caballo, la nobleza; la paloma, la candidez y la libertad; la hiena, la crueldad y la serpiente, la astucia y todo lo bajo y rastrero.
Y no olvidemos al hombre; ubicado éste en la cúspide de la escala piramidal de los animales, por ser pensante y racional.
